La Universidad Nacional Autónoma de México -UNAM- presentó el libro “Pos covid, pos-neoliberalismo: Propuestas y alternativas para la transformación social en tiempos de crisis”.
El texto recopila aportes de figuras relevantes en el ámbito político, académico y social de América Latina y Europa, entre ellos el ex presidente del Ecuador, Dr. Rafael Correa Delgado.
En el capítulo titulado “El estado y la cuestión social en América Latina”, el economista dice que “estamos enfrentando, a nivel planetario, la crisis más grave del último siglo, sólo comparada con la gripe española de 1917 y 1918, que se calcula que mató de 3 a 6% de la población mundial”.
Continúa con una evaluación de los impactos económicos y sociales del coronavirus en nuestra región, la más desigual del planeta: el decrecimiento va a ser el mayor de la historia: -5,3%. Además, el incremento del desempleo será de 3,4%, más de la tercera parte de la fuerza laboral latinoamericana, casi 38 millones de personas, estarán en el desempleo. Además, millones de ciudadanos caerán en la pobreza y extrema pobreza.
En América Latina todos los países verán crecer la desigualdad, el coeficiente de Gini se encuentra cerca del 50% y habrá países que aumentarán 6% este coeficientei, lo cual es realmente grave. El aumento de la desigualdad significa también aumento de la pobreza. Todo esto está muy entrelazado.
El ex mandatario enfoca su preocupación en México y Argentina porque son países con gobiernos progresistas que gozan de popularidad, y esta podría verse afectada por las consecuencias económicas post pandemia afectando al progresismo en toda la región. “Siempre la política va de la mano con la economía. Hay graves problemas políticos recurrentes y cotidianos, sobre todo con los medios de comunicación que siempre están en contra de los gobiernos progresistas. Cuando no hay ingresos para llenar la mesa familiar, la gente cree cualquier cosa (…) ahí se puede sembrar la idea de que hay un mal manejo de la economía por parte de los gobiernos progresistas”.
Correa afirma que se deben implementar propuestas como bonos contra el hambre, el ingreso básico, pero también políticas de oferta más estructurales, como retomar las políticas industriales que protejan las industrias de cada nación.
Menciona que “en el corto plazo, la regla de oro es: preservar empresas y preservar empleos”. ¿Cómo? Con créditos no reembolsables; en otras palabras, subsidio directo o copago a la plantilla, como están haciendo algunos países, o crédito a largo plazo con condiciones muy flexibles. ¿Cuál es el problema? ¿Cómo se financia aquello?, y obviamente para financiarlo también hay principios fundamentales: el que más tiene, que más pague. Pero en América Latina no se está aplicando esto. Hay muchos países, como Ecuador, que están utilizando la pandemia para aplicar de hecho el programa que firmaron con el Fondo Monetario Internacional, profundizando la receta neoliberal.
Para el autor, es fundamental retomar la integración latinoamericana, con la UNASUR o en estos momentos una CELAC repotenciada, para lograr acuerdos multilaterales que permitan ejecutar este tipo de políticas.
También menciona la importancia de la organización social y la acción colectiva para el correcto funcionamiento del estado.
Concluye afirmando que “se demuestra que es absurdo el sistema económico y político basado en la competencia, el individualismo, el egoísmo exacerbado, un execrable vicio del ser humano convertido en la máxima virtud, la codicia. Pero los factores reales de poder, no nos engañemos, continúan intactos (…) El capital financiero es el poder económico que sigue mandando en América Latina y en todo el mundo; no representa a la gente y no está al servicio del bien común, sino que garantiza los intereses de ciertas élites”.